
Con un guión basado en el relato Lady with a badge, de Frank Wead y Frederick Reyher, escrito por el luego notable director Delmer Daves junto con Carl Erickson, el film destaca por una mayor incidencia en la temática social, característica identificatoria de la productora, además de por el protagonismo, nuevamente, tras la anterior Living on velvet, del dúo formado por Kay Francis y George Brent.

En la presentación del film la vemos en plena faena, dedicada a su agridulce labor, atendiendo a una niña que viaja sola en el ferrocarril o a un anciano que solicita ayuda y acaba suicidándose al darse cuenta que le han enviado a una entidad caritativa. Con toques de humor y un tono ligero, dicho prólogo nos introduce en la actividad, agridulce y dura, de Lynn, quien tan pronto logra gratificantes y beneficiosos éxitos como dolorosos y trágicos fracasos.


Tras un primer contacto entre ambos, marcado por la chispa y el choque brusco propio de toda comedia romántica, su relación romántica se convertirá en el eje argumental del film., especialmente a lo largo de una frustrada cita que se alarga durante toda una noche, los altibajos de la relación sentimental comenzada por ambos será la base del film.
Dicha relación se verá marcada por las diferentes concepciones sociales que ambos encarnan, trasunto del debate socio-político de la época Roosevelt entre un mayor intervencionismo asistencial y keynesiano (encarnado en el film por la altruista Francis) y el liberalismo individualista tradicionalmente capitalista (encarnado por el self-made man que incorpora Brent), además de por la modernidad de la libre actitud del personaje femenino, quien se niega a abandonar su trabajo y dedicarse al hogar.
Dicho debate dota a la película de una gran modernidad y sorprendente actualidad, en esta época de crisis económica y omnipresencia de las contemporáneas organizaciones humanitarias y no gubernamentales.


Finalmente, la reconciliación amorosa de ambos se producirá, paralelamente a la feliz conclusión del conflicto laboral, metáfora de la necesaria unión y colaboración de todos, más allá de diferencias ideológicas, paso necesario para la superación de la crisis económica y social producida por la Depresión.

Pese a la dureza de dicho panorama, Borzage sabe insuflarle al relato un tono optimista, luminoso, con fe en el futuro de su país, quien será capaz de salir de los apuros que atraviesa, gracias a la conciliación entre capital y trabajo, al trabajo conjunto de sus ciudadanos, más allá de diferencias sociales, opciones ideológicas, diversas procedencias.

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